La elección presidencial en Estados Unidos siempre ha sido de gran interés para México, pues su impacto en la economía, la seguridad y la diplomacia bilateral es significativo. En este escenario, se perfilan dos figuras clave: Donald Trump, exmandatario republicano, y Kamala Harris, actual vicepresidenta demócrata. ¿Cuál sería la opción más favorable para México?
Trump, en su primer mandato, adoptó una política de presión hacia México con la implementación de aranceles y la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Además, su enfoque migratorio, particularmente la construcción del muro fronterizo y los acuerdos de tercer país seguro, fueron fuentes de tensión. Sin embargo, desde una perspectiva pragmática, la relación entre ambos gobiernos se mantuvo estable, con un enfoque basado en la cooperación en temas de seguridad y migración, aunque bajo condiciones desfavorables para México.
Por otro lado, Kamala Harris representa el ala más moderada del partido demócrata, con una postura más abierta a la cooperación multilateral y a la búsqueda de soluciones humanitarias en temas migratorios. Harris ha abogado por atacar las causas profundas de la migración en Centroamérica, lo que podría favorecer a México en la reducción de la presión migratoria. No obstante, la administración demócrata también ha incrementado las regulaciones ambientales y laborales en el marco del T-MEC, lo que impone ciertos desafíos para el sector empresarial mexicano.
En conclusión, México enfrenta un dilema entre la previsibilidad y firmeza de Trump, que si bien implicaría tensiones, asegura un marco claro de negociación; y la opción de Kamala Harris, que ofrece un enfoque más colaborativo, pero con regulaciones más estrictas en materia económica. Lo que le conviene a México dependerá de sus prioridades: estabilidad económica inmediata o una relación más equilibrada a largo plazo.
