El Barrio de San Francisquito, fundado en 1531 junto con Querétaro, es un lugar lleno de historia y tradición. Ubicado a las faldas del Cerro de Sangremal, su nombre, en honor a San Francisco de Asís, refleja el cariño de sus habitantes al usar el diminutivo para diferenciarlo del Convento Grande de San Francisco en el centro de la ciudad.
A lo largo de los siglos, San Francisquito ha mantenido un fuerte arraigo cultural, especialmente con la danza de los concheros, que cada 14 de septiembre celebran a la Santa Cruz de los Milagros en uno de sus cuarteles. Este vínculo entre lo espiritual y lo popular se mezcla con la herencia colonial, como la capilla de La Divina Pastora, un ejemplo de arquitectura barroca sobria que conserva la imagen de esta virgen tan venerada.
A pesar de estar separado del Centro Histórico por la avenida de Zaragoza, este barrio mantiene su propia identidad y festividades. Cada 21 de marzo, la comunidad celebra la llegada de la primavera con actividades deportivas, culturales y la presentación de bandas locales. Además, los dulces tradicionales que se producen a las orillas del barrio son un deleite que conecta a visitantes y residentes con las raíces gastronómicas queretanas.
San Francisquito es un rincón que invita a explorar no solo su historia, sino también su vida cotidiana y la calidez de su gente, siendo un tesoro escondido en el mapa de Querétaro.