“Plata o plomo” fue el mensaje que dejó el crimen organizado en Veracruz tras el asesinato de Irma Hernández Cruz, una maestra jubilada de 62 años que trabajaba como taxista. El homicidio, perpetrado por negarse a pagar una extorsión, busca mandar un mensaje de terror: así acaba quien no cede al cobro criminal.
El caso ha conmocionado a la comunidad veracruzana, que enfrenta un repunte de violencia contra trabajadores del transporte público, blanco frecuente de estos grupos delictivos. Irma es una de las decenas de víctimas de una lógica brutal donde la vida vale menos que una cuota.
Este crimen ocurre en un contexto donde persisten las denuncias de extorsiones sistemáticas a choferes y comerciantes por parte de cárteles, sin que hasta ahora se vean resultados contundentes por parte de las autoridades locales y federales.
El asesinato de Irma no solo exhibe la crueldad del crimen organizado, sino también la urgencia de una respuesta firme y efectiva del Estado para garantizar seguridad y justicia.
![]()




