A principios de los años 90, un pequeño poblado de Querétaro se convirtió en el epicentro de la esperanza para miles de personas que buscaban una cura para sus enfermedades. El agua de Tlacote, promovida por Jesús Chaín, un hombre sin título de ingeniero pero con un gran poder de convencimiento, fue considerada por muchos como un elixir capaz de sanar desde diabetes hasta cáncer y VIH.
El fenómeno alcanzó niveles insospechados: filas interminables, autobuses repletos de enfermos, viajes organizados desde el extranjero y la presencia de figuras como José José, Juan Gabriel y Magic Johnson, quienes confiaban en las propiedades curativas del líquido.
Sin embargo, la ciencia pronto desmintió su efectividad. Análisis revelaron que no era más que agua común e incluso peligrosa, pues contenía bacterias dañinas. El fervor comenzó a desmoronarse y, en 1993, Chaín cerró su hacienda. Años después, en 2004, falleció víctima de cáncer, poniendo fin a una historia que dejó una huella en el imaginario colectivo.
