El próximo gobierno en México enfrentará una serie de desafíos económicos importantes que tendrán un impacto significativo en la estabilidad y el crecimiento del país. Uno de los principales problemas será el control de la inflación y el fomento del crecimiento económico. La inflación, que en julio de 2023 se ubicaba en 5.6%, por encima del objetivo del Banco de México, se ha convertido en un obstáculo para los consumidores y las empresas. El reto será implementar políticas fiscales y monetarias efectivas que mantengan el control de la inflación sin frenar el crecimiento, especialmente cuando las estimaciones de crecimiento del PIB se han revisado a la baja al 1.5%.
Otro aspecto crucial será la reactivación de la inversión privada. La inversión productiva en sectores clave de la economía ha disminuido significativamente, con un crecimiento de apenas el 0.7% anual en junio, la cifra más baja en 39 meses. Factores como las altas tasas de interés, la depreciación de la moneda y la incertidumbre política han influido en este estancamiento. Para el nuevo gobierno, revitalizar la confianza del sector privado será fundamental para modernizar la infraestructura del país y estimular el crecimiento.
Finalmente, el fenómeno del nearshoring ofrece una oportunidad única para México. La captación de inversión extranjera directa, que alcanzó los 36,000 millones de dólares en 2023, podría incrementarse si se mejoran las condiciones de inversión y se solventan problemas como la crisis hídrica y la falta de infraestructura. México tiene la posibilidad de capitalizar su cercanía a los Estados Unidos y aprovechar el 80% de sus exportaciones que dependen de su vecino del norte. Sin embargo, las tensiones comerciales y disputas sobre temas energéticos en el T-MEC añaden un grado de incertidumbre que el próximo gobierno deberá gestionar con cautela.