Entre llanto, pancartas y exigencias de justicia, más de tres mil personas se unieron al cortejo fúnebre del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, partiendo desde la iglesia de la Santa Cruz hasta la Catedral de la Asunción. El ambiente estaba cargado de indignación, ya que los ciudadanos recordaron que el edil había solicitado protección estatal en diversas ocasiones, pero nunca la recibió.
El asesinato de Arcos ha conmocionado a la comunidad, pues apenas seis días después de haber asumido el cargo, fue encontrado decapitado. Durante el recorrido, las pancartas expresaban el sentir de la población: “Queremos paz en Chilpancingo”. Sin embargo, la ausencia de funcionarios del gobierno estatal en el evento fúnebre aumentó el sentimiento de abandono entre los asistentes.
En la ceremonia, Sandra Solís Peralta, viuda del alcalde, tomó la palabra y pidió a los ciudadanos que mantuvieran en alto “la bandera de paz” que su esposo defendía. El asesinato de Arcos ha generado gran preocupación sobre la seguridad en la región, intensificando las demandas de la población por una intervención más eficaz por parte del gobierno.
