Por Luis Gabriel Osejo.
En Querétaro, Morena ha puesto sus cartas sobre la mesa, y el “tiro” parece estar cantado. Con una frase que resuena desde el Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó “fuera máscaras” a todos, incluidos los militantes de su propio partido. La disputa dentro de Morena no es tanto por quién tiene la razón o la visión política más fuerte; la batalla es por algo mucho más tangible: la preciada candidatura al gobierno de Querétaro.
Morena comienza la contienda con un sólido 35% de las preferencias electorales. Sin embargo, en un estado donde las alianzas y los perfiles han sido clave, un candidato idóneo podría agregar hasta 7 puntos adicionales, situándolos con grandes posibilidades de hacerse con la Casa de la Corregidora. La pregunta, entonces, es quién encarna el perfil capaz de liderar ese avance y llevar a Morena al triunfo en una plaza que, históricamente, ha sido difícil para el partido.
De un lado, tenemos a Gilberto, el candidato que juega con el librito de AMLO. Se presenta como el rebelde, el férreo opositor, el contestatario. Y esa postura le ha dado una ventaja importante sobre sus competidores internos. Alinearse con la narrativa del presidente le ha permitido obtener una base de apoyo robusta y consolidarse como el candidato “auténtico” de la cuarta transformación en la región.
Del otro lado, sin embargo, está Santiago Nieto. Aunque perdió en su contienda para el Senado, sigue siendo el perfil más queretano y atractivo para el electorado. Su trayectoria y el conocimiento que tiene de la política estatal lo posicionan como una alternativa que no se ha agotado, en parte porque su derrota anterior no fue tanto por falta de apoyo, sino por un operativo en altos niveles que llevó a la disolución de la alianza con PT y PVEM en el estado.
En medio de esta contienda, emerge Luis Humberto, quien aspira a ser el más “queretanizado” de los candidatos, al estilo de figuras como Paco Garrido o Mauricio Kuri, quienes, aunque no nacieron en Querétaro, lograron adherirse a una cultura queretana basada en la paz y la reconciliación. Luis Humberto está jugando su carta en sintonía con una identidad que resuena entre los queretanos, lo que podría darle un empujón adicional entre el electorado local.
Pero no nos confundamos: este “pelito” no es una simple lucha de egos o de diferencias ideológicas. Es una pugna por la candidatura, una lucha por el poder estatal. La carrera está en marcha, y en Querétaro, el escenario está listo para ver quién será el abanderado que busque teñir de guinda la Casa de la Corregidora. La moneda está en el aire, y Morena está a la espera del aspirante que logre no solo entender el reto, sino conectar con un electorado ansioso de cambio y de identidad.