El tradicional “mojarse” en Sábado de Gloria tiene raíces muy antiguas y religiosas, aunque hoy en día se practica más por diversión. Esta costumbre tiene su origen en la Edad Media, cuando la Iglesia Católica imponía estrictas normas durante la Cuaresma, entre ellas, la prohibición de bañarse en Semana Santa. Se creía que el agua, como símbolo de purificación, solo debía utilizarse en un contexto sagrado.
Fue precisamente el Sábado de Gloria, un día antes del Domingo de Resurrección, cuando los fieles podían por fin usar el agua para limpiar no solo su cuerpo, sino también su alma. Ese día se realizaban bautizos colectivos, y ante la gran cantidad de personas que acudían a recibir este sacramento, los sacerdotes comenzaron a lanzar agua sobre todos al mismo tiempo para simbolizar su purificación.
Con el tiempo, esta práctica fue adoptada por la gente como una forma simbólica de “lavar los pecados”, convirtiéndose en una celebración popular. Aunque en la actualidad ya no es necesario que ocurra en recintos religiosos, muchas personas continúan la tradición de mojarse. Sin embargo, la creciente escasez de agua ha llevado a reflexionar sobre el impacto de esta costumbre, promoviendo su reinterpretación de manera más consciente y responsable.