Querétaro vuelve a captar la atención nacional e internacional, y no precisamente por sus logros. Los eventos recientes han dejado una huella en la imagen del estado, sumando otro capítulo a los desafíos de liderazgo y comunicación política en Querétaro.
Desde el trágico enfrentamiento en el Estadio Corregidora el 5 de marzo de 2022, Querétaro no había estado bajo los reflectores. En esa ocasión, la violencia desmedida entre las porras de Gallos y Atlas pintó una imagen sombría del estado en la opinión pública.
Hoy, dos temas resuenan nuevamente con una intensidad preocupante: la represión a vendedores ambulantes y el manejo de un caso de abuso infantil que ha polarizado a la sociedad.
Por un lado, el despliegue de operativos contra vendedores ambulantes en el centro de Querétaro, bajo la directiva de Felipe Macías, despertó críticas por el uso de la fuerza pública. Si bien existe un argumento válido en favor de ordenar las zonas de venta, el exceso de fuerza –con perros y granaderos– en una ciudad conocida por su historia pacífica y cultura cívica, deja una imagen incómoda en quienes observan. Este episodio puso a prueba los límites de la autoridad y su sensibilidad hacia quienes buscan ganarse la vida, algo que, en tiempos difíciles, es visto con creciente empatía.
Por otro lado, el caso de una menor abusada destapó una realidad aún más compleja. El debate público ha estado teñido de posturas opuestas y especulaciones, reflejando un mal manejo de la comunicación oficial. Las declaraciones iniciales de la fiscalía –declarando “consensuado” un acto con una menor de edad– generaron indignación en amplios sectores. En situaciones tan delicadas, una comunicación institucional clara y empática es fundamental para evitar el agravio y la confusión. Sin embargo, la falta de claridad por parte de las autoridades ha dejado un sabor amargo y profundizado la fractura de la confianza ciudadana.
En este contexto, el gobernador Mauricio Kuri ha tenido que enfrentar los cuestionamientos y el impacto mediático, como ocurrió en el episodio del 5M. Aunque no es responsable de estos eventos y de la forma en que sus autores los comunicaron, se ha visto solo ante la tormenta, sin respaldo visible por parte de otros líderes o figuras clave del partido que puedan fortalecer su postura frente a los ciudadanos. El silencio de sus compañeros de partido refleja una notable falta de solidaridad en momentos de crisis, una ausencia que deja vulnerable no solo al gobernador, sino también a la administración y, en última instancia, a la imagen del estado.
Estos eventos subrayan una lección urgente para la política queretana: en tiempos de crisis, la unidad y la comunicación efectiva son indispensables. Más allá de quién deba rendir cuentas, lo que Querétaro necesita es liderazgo visible y un frente común para enfrentar los desafíos de imagen, sin dejar de lado la sensibilidad hacia los problemas sociales que afectan a la ciudadanía. El respaldo institucional no solo fortalece al gobierno, sino que envía un mensaje de cohesión y compromiso.
