El conflicto en Ucrania dio un giro significativo con el uso de misiles de manufactura estadounidense para atacar territorio ruso, específicamente en Briansk. Este movimiento, que fue confirmado tanto por Ucrania como por Estados Unidos, marca un precedente inédito en la guerra y ha encendido alarmas sobre la posible escalada del conflicto.
Según el Ministerio de Defensa de Rusia, el ataque ocurrió a las 3:20 horas de Moscú, y aunque los seis misiles fueron interceptados por las defensas rusas, el impacto simbólico y estratégico es evidente. Para el gobierno de Vladimir Putin, este hecho es una señal inequívoca de que Occidente está intensificando su intervención en el conflicto.
En respuesta, Sergey Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia, advirtió que estos ataques podrían ser considerados un paso hacia una mayor implicación internacional en la guerra. Paralelamente, Moscú anunció una reducción en el umbral para considerar el uso de armas nucleares, lo que implica que un ataque ejecutado con el apoyo de un país nuclear podría desencadenar una respuesta catastrófica.
Este desarrollo llega en un momento crítico para la región y el mundo, con tensiones que parecen estar alcanzando un punto de no retorno. Mientras Ucrania refuerza su capacidad ofensiva con apoyo extranjero, Rusia endurece su postura frente a posibles agresiones, dejando al mundo en vilo sobre el próximo capítulo de este devastador conflicto.