Revista

Cuando la estructura y el bienestar animal se encuentran

Por: Griselda Osejo Ugalde
Imagen: Especiales

Lucía García González es el claro ejemplo de que las buenas prácticas, el conocimiento y la pasión cambian vidas, a veces vidas no humanas.

La historia de ABAQ comienza con una idea, con una mujer que experimenta un gran cambio en su vida, y un par de perros. Lucía nos comentó que su primer acercamiento con el bienestar animal se dio cuando decidió comprar un perrito, y luego de ver fotos maravillosas de los animalitos, se encontró con la cruel realidad de estos criaderos, donde los papás de la camada estaban en mal estado. Teniendo la oportunidad de además adoptar al papá del cachorro, tomó la primera decisión responsable como dueña: esterilizarlos, cuestión que después habría evitado para que su antigua dueña los reprodujera.

Le siguieron entonces, esfuerzos individuales por generar un cambio, mismos que implicaban un acercamiento directo con las organizaciones, fue ahí cuando Lucía se enfrentó al primer obstáculo. A pesar de sus buenas intenciones de compartir su talento como Consultor de Comercio Exterior, hubo momentos en que la gente no comprendió la profundidad de su proyecto, era difícil generar enlaces donde su conocimiento fuera aprovechado para crear estructuras administrativas que pudieran hacer más eficiente el voluntariado.

Así es como ella decidió fundar su propia estructura, Amor y Bienestar Animal en Querétaro. Se expandió el trabajo y ahora ABAQ da pláticas en empresas, escuelas, y colonias, así como llevándoles campañas de esterilización, apoyo en creación de políticas públicas, etc. Gracias a ABAQ, podremos ver pronto avances en la materia de bienestar animal en el municipio de Querétaro, y esperan que el proyecto logre crecer a largo plazo hasta convertirse en iniciativa nacional.

Cuando entrevistamos a Lucía, le pedimos que hiciera uso de nuestra plataforma para enviar un mensaje a las autoridades, a lo que ella compartió con nosotros una de sus más grandes preocupaciones, el hecho de que el maltrato animal resulta ser un común denominador entre quienes han cometido un homicidio. En este sentido, Lucía hace un llamado para que las autoridades estén más atentas, y que entiendan al maltrato animal no sólo como un acto cruel contra quien no puede defenderse, sino como una primera bandera roja de un agresor en potencia que pudiera atentar contra la vida humana.

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