Revista

El Golpe Final

Por: Enrique Sosa

Será septiembre, el mes de la Patria, el oscuro escenario en el que un golpe final derrumbará la República y con ella la incipiente democracia mexicana. Parece inevitable. Después de seis años de asedio a los Poderes Legislativo, Judicial y a los Órganos Constitucionales Autónomos, todo indica que ya es un hecho el regreso a una presidencia imperial. 

Estaremos a merced de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, que concentrará más poder que ningún otro presidente, al menos desde los años más dorados del PRI, ya que de concretarse las reformas que ha presentado Andrés Manuel, ella contará con el control del Poder Legislativo, del Judicial y de los órganos electorales. Pero además de lo anterior, al menos de inicio, lo hará con un gran apoyo popular.

Es lamentable ver como la sociedad perdió la fe en la democracia y ha dado pie a su sacrificio, en gran medida por lo mucho que dejaron de hacer los gobiernos electos en este periodo, por la incapacidad de erradicar la corrupción que sigue siendo un cáncer que envenena nuestro país desde sus huesos, por la nula intención de invertir en una educación de calidad, por el torpe papel que han jugado los grandes medios de comunicación, y también, por la enorme influencia que el crimen organizado ha ganado en nuestra sociedad y nuestro sistema político.

Si la Reforma al Poder Judicial que ha presentado el Ejecutivo se concreta, Morena se apoderará de todo el aparato. Ellos propondrán los candidatos para jueces, magistrados y ministros. Ellos movilizarán a las personas para que voten por sus candidatos y ellos serán los dueños de sus carreras profesionales, de sus ascensos y sus remociones a través del Tribunal inquisidor que pretenden imponer. Con esto ya serán los dueños del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Todos los Poderes responderán a una sola voz.

El Poder Judicial Federal es imperfecto, requiere una revisión de su modelo y muchos cambios. No queda duda. Pero los cambios que se proponen no parecen responder a los problemas de eficiencia y moralidad de nuestros tribunales, sino que parecen tener como único objetivo una toma de control por parte del partido en el poder.

Han sido años de erosión a la división de Poderes, lentamente tomaron el control del Tribual Electoral, lo que hoy les permite tener mayorías artificiales en el Congreso de la Unión para aprobar estas reformas, gracias a una interpretación fraudulenta de nuestra Constitución, además han logrado darle validez a elecciones fraudulentas. 

También lentamente fueron acosando a la clase empresarial mexicana, hasta el punto de volverla sumisa a través del acoso fiscal y financiero. Acosaron a la prensa libre y la desprestigiaron groseramente desde el palacio nacional, inhibiendo la crítica, como mecanismo de represión suave.

Los próximos años serán críticos. Esperemos que exista en la presidenta electa una gran contención, que no sea presa de la tentación de ejercer ese poder omnímodo que le heredan y que emprenda una verdadera reconstrucción de nuestra democracia, aunque los antecedentes nos hacen pensar que eso es poco probable. 

La posibilidad de que este rumbo nos lleve hacia una dictadura de partido es casi inminente, aunque eso no le da miedo a la mayoría de los mexicanos que han perdido su fe en la democracia y muchos prefieren un gobierno fuerte. Pero el rumbo puede tomar todavía peores cauces, podemos desembocar en un Estado socialista totalitario, en el que la propiedad privada y el libre mercado también se vean amenazados o en un Estado completamente cooptado por el crimen organizado y eso si debiera aterrorizarnos. 

Durante los últimos meses hemos sido espectadores de la estrecha relación que guarda el Cártel de Sinaloa con el gobierno de dicho estado. Confirmando las versiones que desde hace décadas eran de dominio popular. Desgraciadamente esa parece ser la situación de un gran número de entidades. En múltiples regiones controladas por el crimen fueron amenazados o asesinados muchos aspirantes en las elecciones de este año y en los casos más notorios sus candidatos preferidos obtuvieron hasta el 100% de los votos, exhibiendo el control que dichas fuerzas tienen sobre la población de las regiones en las que están asentadas. 

El crimen no respetó colores, mató por igual a candidatos del PRI, del PAN, del PRD y de Morena. Es tristemente célebre el asesinato de la candidata de Morena a la alcaldía de la cercana ciudad de Celaya. Lo que nos da una señal de que dichos grupos pueden ser también un nocivo contrapeso o compañero del poder presidencial.

También hemos observado como el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral han sido permisivos con un proceso electoral completamente sucio, debido a la intromisión del presidente, al manejo de recursos públicos para favorecer candidatos, a la participación del crimen organizado y a burdos y groseros actos anticipados de campaña, especialmente los de la presidenta electa que por años llenó el país de bardas y espectaculares con la leyenda #EsClaudia. Otro golpe duro a nuestra democracia.

Hemos observado como los nombramientos de la Suprema Corte de Justicia se han convertido en una bufonería, especialmente con el nombramiento de la ministra Lenia Batres Guadarrama, quién con su absoluta incapacidad para ejercer el cargo ha exhibido hasta dónde puede llegar el nivel de cinismo con tal de tomar el control de todas las instituciones. Aunque desgraciadamente no es un caso aislado, la Fiscalía de la Ciudad de México también se ha convertido en otro gran símbolo de la incompetencia y el uso faccioso de las instituciones. 

Han sido muchos y muy duros los golpes. Debido a lo anterior, las esperanzas de que en lo sucesivo venga un cambio de rumbo y el poder se ejerza con responsabilidad y sentido patriótico son muy escasas. La tentación de ejercer el poder es inmensa y son raros los liderazgos que saben soltarlo.  De hecho, uno de los grandes errores históricos del PAN, el PRI y el PRD fue no haber fortalecido al Legislativo y al Judicial cuando se tuvo oportunidad, esa era la forma de consolidar un sistema republicano. 

Para ejemplo dos botones, primero el mecanismo de selección de ministros, si cuando el PAN tuvo la Presidencia de la República hubiera propuesto una reforma en la que se anulara la atribución presidencial de hacer esos nombramientos, tal vez hoy seguiríamos teniendo una Suprema Corte independiente. También, si el PRI no hubiera manipulado el sistema electoral para sobrerrepresentarse utilizando sus alianzas, tal vez hoy Morena no podría hacerlo tan impunemente.

Hoy, desgraciadamente quedan pocas esperanzas de detener este golpe final. La población general valora poco la democracia y la división de poderes, por lo que difícilmente vendrá una gran reacción social. El paro de los trabajadores del poder judicial es una luz en la oscuridad, son tal vez la última línea de defensa, la última gran oportunidad de hacer reflexionar a la presidenta electa para que ponga un alto a este proceso de desmantelamiento.

La oposición está completamente atolondrada, pareciera que los dirigentes están más preocupados por salvar los muebles y garantizarse un espacio que por dar la batalla por salvar la democracia. Algunos analistas ponen sus esperanzas en las presiones que puedan venir del exterior, o en las reacciones que pudiera tener el mercado. Pero el caso venezolano nos ha enseñado que hay veces que ni las más fuertes presiones externas pueden cambiar el rumbo de un país. Nos ha enseñado también que un régimen puede soportar un asedio económico siempre que conserve el control del ejército y las armas.

Como ciudadanos, no nos queda más que alzar la voz, dar el debate con energía, organizarnos para ser escuchados con fuerza, tomar las calles, intentar mover las conciencias y las almas para que retomemos el rumbo hacia la democracia. La libertad y la igualdad solamente son posibles en la democracia, que, aunque es imperfecta sigue siendo el mejor modelo que conocemos para organizar a la sociedad.

La Señora Presidenta será la dueña de nuestro destino. Este será el golpe final de una batalla, pero vendrán otras y en esas deberemos tener la fuerza para que los mexicanos retomemos el control de nuestro destino, mismo que nos ha sido arrebatado por una camarilla de políticos y por el crimen organizado. 

Hace 30 años este país supo sacar del poder un partido hegemónico. Estoy convencido de que tarde o temprano volveremos a hacerlo y tendremos de nuevo la oportunidad de construir un sistema democrático que le de respuestas y resultados tangibles a la población. 

Ojalá que en la próxima oportunidad estemos a la altura del reto. Por lo pronto, no nos queda más que presenciar con tristeza el golpe final.

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