Revista

J. Guadalupe Ramírez Álvarez: ¡Gracias Maestro!

Por Andrés Garrido del Toral*

Nacido el 12 de diciembre de 1920 en Santiago de Querétaro, J. Guadalupe Ramírez Álvarez, es un personaje emblemático que dedicó su vida a la mejora personal y profesional, así como al desarrollo de su ciudad natal. Proveniente de un origen humilde y con una vocación guadalupana, su trayectoria es un testimonio de esfuerzo y dedicación.

Desde joven, Ramírez Álvarez decidió liberarse del destino de carpintero que su padre había planeado para él. Tras finalizar sus estudios de primaria y secundaria, ingresó al Colegio Civil y cursó la Preparatoria. Finalmente, en 1953, se graduó en la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) a la edad de 33 años. Su vida y obra tuvieron un impacto significativo en Querétaro, una ciudad que en aquel entonces carecía de universidad y de medios de comunicación propios.

Ramírez Álvarez no sólo se destacó como abogado y notario, sino también como periodista con más de 25 años de experiencia, director de El Heraldo de Navidad, historiador y autor de más de veinte libros sobre la historia y las tradiciones de Querétaro. Su influencia se extendió a la docencia, desempeñándose como maestro universitario, director del Museo Regional, director de la Facultad de Derecho y rector de la UAQ en dos ocasiones. Su legado más perdurable es la creación del Centro Universitario, actual sede principal de la UAQ, cuyo proyecto presentó y defendió ante el Presidente de la República en 1972. Gracias a su elocuencia, el proyecto se materializó y fue inaugurado el 8 de diciembre de 1973.

Además de su trabajo en la UAQ, Ramírez Álvarez impartió clases en la Benemérita Escuela Normal del Estado durante treinta años, formando a miles de profesionistas en diversas disciplinas. Su pasión por la historia lo llevó a publicar más de veinte libros, que constituyen un valioso acervo para entender la evolución de Querétaro.

En el ámbito periodístico, fundó los periódicos Amanecer y Diario de Querétaro, y condujo programas de radio en varias emisoras locales. Su vocación docente también se manifestó en la formación de jóvenes periodistas, a quienes enseñó a escribir con sensibilidad y ética.

Ramírez Álvarez falleció el 18 de mayo de 1986, pero su legado sigue vivo. En 2016, el municipio de Querétaro honró su memoria al trasladar sus restos a un recinto de honor. El gobernador Mariano Palacios Alcocer y el exalcalde Marcos Aguilar Vega reconocieron su contribución al crear la figura de Cronistas Municipales en 1987 y revivir el cargo de Cronista del Estado en 2012, respectivamente.

La casa de Ramírez Álvarez en Escobedo 67 poniente, fue convertida en un centro cultural gracias a la rectora Teresita García Gasca y al cronista universitario Juan Trejo Guerrero. Este esfuerzo culminó con la publicación de “Las Memorias de J. Guadalupe Ramírez Álvarez” y la compra de la casona por parte del Patronato de la UAQ, con la intención de transformarla en una gran biblioteca.

La Universidad Autónoma de Querétaro ha seguido otorgando becas a los estudiantes más brillantes y necesitados, tal como lo hubiera querido Ramírez Álvarez. Su vida y obra son un recordatorio de que las verdaderas transformaciones surgen del esfuerzo, la dedicación y la visión de quienes se atreven a crear y hacer realidad sus sueños.

*Publicado en La Lupa, el 26 de enero de 2021

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