Ricardo Brieño: Vicepresidente de Restaurantes

Por: Staff
Fotografía: Edith Rodríguez

Hay líderes que se forjan en los libros y otros, como Ricardo Brieño Ávila, que se forman en la vida real, a golpe de decisiones difíciles y momentos de incertidumbre. Empresario reconocido en Querétaro, Brieño no sólo ha construido empresas: ha consolidado equipos, levantado proyectos tras crisis devastadoras y, sobre todo, ha demostrado que el liderazgo es mucho más que dirigir: es acompañar.

A partir del primero de mayo, es Vicepresidente de Restaurantes, en la Cámara Nacional de Comercio en Querétaro.

Se trata, dijo, de otra opción para los restauranteros. ‘En la CANACO hay 90 restaurantes afiliados, y se busca desarrollar su potencial’.  

En esta charla con Ciudad y Poder, Brieño no se presenta como el empresario infalible, sino como un hombre que ha entendido el valor del liderazgo humano. “El éxito es la consecuencia de un deseo, de una ilusión”, afirma. Pero para él, el verdadero éxito se mide en cómo se lidera: con empatía, con compromiso, con capacidad de adaptación.

Desde joven mostró madera de líder. A los 24 años tenía ya un negocio con más de 100 empleados. Fue entonces cuando enfrentó su primera gran crisis: la devaluación de 1994, conocida como el ‘error de diciembre’. “Fue mi verdadera maestría”, dice. Aquella experiencia lo obligó a tomar decisiones rápidas, a enfrentar el miedo y a cargar con la responsabilidad de muchas familias. “Tuve que replantearlo todo, sin excusas”.

Esa misma resiliencia se activó años después, durante la pandemia. “Fue una amenaza real. Nadie sabía cuánto duraría, ni cómo manejarla. Ahí es donde el liderazgo se pone a prueba de verdad”, relata. Brieño habla con franqueza de la incertidumbre, del miedo de sus empleados, de la angustia por sostener marcas, proyectos, empleos. Pero también del aprendizaje: “Descubrimos con quién contábamos. Fue una carrera de resistencia”.

El liderazgo de Brieño no es autoritario ni técnico. Es cercano, reflexivo y basado en el ejemplo. “Liderar es escuchar, replantear, resistir. Pero sobre todo, es no abandonar el barco cuando las cosas se ponen difíciles”. Su estrategia no fue salvarse solo, sino proteger a su equipo, rediseñar metas, mantener vivas las marcas que sus clientes añoraban.

“No hay recetas mágicas”, insiste. “Sólo constancia, humildad y la capacidad de adaptarse sin perder tus valores”. Esa visión lo ha llevado a ser una figura respetada en el ecosistema empresarial queretano, donde su nombre se asocia con firmeza, credibilidad y compromiso.

Más allá de los números, Brieño destaca el papel del entorno. “He sido exitoso en las amistades que he construido. Me han acompañado en las buenas, pero sobre todo en las malas”. Para él, un buen líder no sólo dirige empresas; también cultiva vínculos, escucha, aprende de otros.

Y aunque ha alcanzado muchos logros, no se considera un hombre satisfecho. “Cada etapa trae nuevos objetivos, nuevas ilusiones. El liderazgo no se estanca: se transforma”. La suya es una historia marcada por decisiones difíciles, pero también por la capacidad de inspirar, de conectar con la gente y de construir desde la adversidad.

Ricardo Brieño no sólo ha sabido volver a levantarse. Ha aprendido a levantar a otros.

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