Fotos y texto: Enrique Contla
El taquero con más años en Querétaro, don Francisco, en su tradicional, e imperdible, carrito de tacos de cabeza. Los mejores.
Con 83 años de edad, Don Francisco Padilla ha mantenido su puesto de tacos de cabeza de res desde 1962. Aunque lleva 42 años ubicado en la entrada del mercado Hidalgo, sobre Ezequiel Montes, este negocio comenzó en la esquina de 16 de Septiembre con Guadalupe Victoria, también en el centro histórico de Querétaro.
Su historia comenzó cuando Don Francisco Padilla emigró de Jalisco a Querétaro por necesidad económica; allá adquirió el conocimiento para la preparación de los tacos de cabeza, aprendido mientras trabajaba en una taquería de Ciudad Guzmán.
Su puesto, que también es atendido por su hijo Javier Padilla, abre de lunes a sábado de 6 de la tarde a 11 de la noche, y a lo largo de su historia nunca ha cerrado.
No hay receta secreta, pero su sabor es especial, al igual que las salsas, ya sea verde o roja, además de la atención que brindan a sus clientes. Cada taco cuesta 10 pesos, y quienes atienden tienen la misión de hacer que todos los clientes se sientan muy bien atendidos, según comenta Javier Padilla: “Cuando vienen, queremos que se sientan a gusto, ya sea que cenen con amigos, se vayan contentos con la familia o que tengan una cena romántica con su esposa, solo faltarían las rosas”.
Javier Padilla, visiblemente conmovido, nos contó que comenzó a vender en el puesto cuando tenía unos 13 años. Era una etapa muy bonita, dijo: “Mi papá me enseñó a apreciar esto, que es algo muy bonito de verdad. Ha valido la pena; ha venido mucha gente, incluyendo políticos y otras personas, como Andrés Garrido del Toral, que en paz descanse, venía casi cada tercer día”.
A lo largo de todo el tiempo en el negocio, se sienten muy agradecidos porque, además de tener clientela, han logrado hacer muchos amigos. La gente nunca se había ido sin pagar, hasta hace algunos días, cuando “unas seis personas se fueron sin pagar. Nos dimos cuenta porque uno de nuestros clientes nos acercó los platos vacíos que dejaron las personas y pues ni modo, porque nunca nos había pasado”, nos contó Javier Padilla.