Por Andrea Tovar Saavedra Foto: Juan Espinoza
No hace mucho tiempo escuché un cuestionamiento que creí ya por demás superado: ¿para qué las mujeres quieren estar en política? y eso me hizo reflexionar en el hecho de que, a pesar de los años de lucha por la reivindicación de nuestros derechos, aún estamos lejos de ver con naturalidad la participación de las mujeres en política.
Cuando inicié mi periodo como diputada no sabía qué diferencia podía hacer mi trabajo, ni tenía claro qué tanto podría lograr siendo una mujer joven en un mundo tan complejo donde las estructuras siguen siendo verticales y la cultura política sigue utilizando métodos arcaicamente patriarcales.
La claridad de lo que se podría lograr en este cargo llegó al presentar mi primera iniciativa en noviembre de 2021, la cual fue aprobada en pleno por unanimidad al poco tiempo. Ahí entendí que con mi trabajo podría crear una ventana de oportunidades para transformar la realidad de miles de queretanas y queretanos.
Como en la vida, no todo es miel sobre hojuelas, pues hay momentos desafortunados en los que tenemos la responsabilidad de actuar. Ejemplo de ello, los acontecimientos del 5M de 2022, en los que como representante popular exigí a las autoridades responsables su comparecencia ante el pleno de la LX Legislatura y con ello entender mejor el suceso que sorprendió al país entero. Tomar dicha postura me llevó a ser criticada y juzgada en tribuna, desde entonces comprendí que alzar la voz y ser coherente incomoda a muchos.
Históricamente, a las mujeres se nos ha estereotipado con calificativos como “prudentes, tranquilas, femeninas, obedientes…”, y todo aquello que rompa con esos estereotipos de género, es juzgado y criticado. En política no es la excepción, y quienes hoy participamos en política hemos escuchado frases como “no te comportes así”, “no cuestiones a tal persona”, “cuida tu tono de voz”, “no parezcas loca al hablar”. Esto ha generado miedos e inseguridades a muchas mujeres que les impide hablar, cuestionar e inclusive desobedecer. Afortunadamente cada día, más mujeres buscan los espacios para hacerse escuchar, ya sea en política o fuera de ella, las mujeres tenemos mucho que decir a pesar de ser duramente señaladas o cuestionadas por ello.
Hacer política no es sencillo; como mujeres nos vemos obligadas a demostrar mil veces que podemos, que tenemos la capacidad o la experiencia. Mentiría si dijera que nunca se me ha cuestionado si sé de lo que hablo, de hecho he tenido reuniones en las que he tenido que reiterar que soy abogada de profesión, que tengo 9 años de experiencia en el Poder Judicial; que leo, estudio y me capacito constantemente para ejercer mi cargo.
Los hombres políticos rara vez tienen que señalar sus años de experiencia para que se les valide dentro del ámbito público, como si el simple hecho de ser hombres les otorgara de facto la licencia para gobernar.
Hoy me siento orgullosa de pertenecer a una nueva generación de mujeres que se capacitan, se forman y desarrollan en política con el objetivo de mejorar las condiciones de millones de mujeres, para garantizar sus derechos y abrir los espacios a las que vienen detrás de nosotras.
Si pudiera resumir los logros que he tenido como diputada local en este tiempo, diría que son tres principales: consciencia de género a través del constante acercamiento con una diversidad importante de mujeres; impacto en la lucha por la igualdad a través de las iniciativas presentadas y aprobadas; y por último, la sororidad reflejada en estar siempre abierta al diálogo y al trabajo conjunto con otras compañeras políticas sin importar colores e ideologías.
Estoy convencida de que si trabajamos juntas, seremos imparables.
La autora es Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro. Tiene Especialidad de alta formación en Justicia Constitucional y protección jurisdiccional de los derechos, por parte de la Facoltà di Giurisprudenza en Pisa, Italia. Actualmente es diputada Local por representación proporcional, del Grupo Legislativo MORENA, de la LX Legislatura del Estado de Querétaro.
